‹‹Al principio todo estaba oscuro. Había mucha agua y estaba pegajoso, y apenas me podía mover. Por más que daba patadas, nada. Las paredes cada vez se venían más cerca de mí, hasta que llegó a ser agobiante. Menos mal que un día por fin empezó a verse un poco de luz, y allá que me fui como pude. Saqué primero la cabeza, porque era lo que más cerca tenía de la luz, y con un poco de trabajo conseguí salir entera, pero la luz era demasiado fuerte y además me cogieron como si fuera un salchichón, y no contentos con eso, uno empezó a darme de tortas en el culo… total, que me puse a llorar, que una tiene su carácter, pero también su corazoncito y esas no son formas de presentarse.
En fin, a lo que vamos… que ahí fue donde los conocí. Creo que les dicen “adultos” y los hay de muchas clases. Aquel día, la mayoría estaban con la boca y la nariz tapadas; claro, después de cómo me habían tratado, seguro que se avergonzaban, o no querían que me quedara con sus caras. Y allí estaban también los dos que me llevaron a su casa: él se cayó redondo al suelo al poco de empezar yo a salir a la luz y le empezaron a dar golpes en la cara, igual que me habían hecho a mí en el culo, que digo yo… ¿esas personas lo solucionan todo igual? Por lo visto sí. Pero este adulto no lloró como yo… bueno, al menos en ese momento, que después sí le he visto llorar muchas veces, y me da pena, porque se le ve noblote y buena gente, al menos conmigo es quien más tiempo pasa y se porta muy bien. La otra adulta que vivía conmigo era la que me había tenido encerrada varios meses en el cuarto oscuro ese de las humedades, que no sé por qué… a ver qué le habría hecho yo a ella… además, luego parecía muy buena y me trataba muy bien. Me parece que él se llama “Papá” y yo soy su hija. Lo sé porque hace poco vino un día como loco a mi cuna, me cogió en brazos, empezó a darme besos y a decirme: “¡Eres mi hija! ¡Ahora sí puedo estar seguro de que eres mi hija!”. Que digo yo que antes también lo sería, pero es que hay cosas de los adultos que no llego a entender. Ella se llamaba “Mamá”, pero ahora que estaba aprendiendo a decirlo, cogió y se fue, que hace que no la veo un montón ya. ¿Se habrá enfadado conmigo porque le mordía demasiado fuerte en los globos? Es que salía un líquido blanco (creo que se llama “leche”), que estaba muy rico, a mí me encantaba. Ahora me lo dan en un frasco al que le dicen “bibe” y que se muerde igual, pero a mí no me engañan, no es lo mismo.
Para vuestra información, hay dos clases de adultos: los que tienen globos y los que no. A los que tienen globos les dicen “mujeres”, me parece, y a los otros, “hombres”. Y hay muchos más adultos con globos que sin ellos… al menos en mi casa se ven muchos más. Yo antes dormía junto a Papá y Mamá. Bueno, ellos unas veces dormían y otras no sé qué hacían, porque antes de dormir se quitaban la ropa (que en verano lo entiendo, pero en invierno yo no sé en qué piensan estos adultos) y luego se movían mucho, yo creo que luchaban, ya que parecía como si les doliera, gritaban y todo… pero luego acababan y tan contentos, no se curaban las heridas ni nada. Bueno, eso al principio, las primeras semanas, porque después ya sólo dormían. Y lo de luchar lo hacía Papá con otras adultas con globos que empezaron a venir. Había una que venía siempre cuando no estaba Mamá, una tal “Patricia”, pero esa no me caía bien, estaba siempre como de mal humor. Muchas veces me cogía y me achuchaba y quería ser como Mamá, pero no le salía, no era tan guay. Además, a esta no le salía nada de los globos, que probé yo una vez y qué va. ¿Pues no chilló y todo, la tía borde? Pero a Papá sí que le dejaba, aunque yo creo que por más que lo intentaba tampoco conseguía beber nada, y si bebía algo no debía gustarle, porque, según decía a veces Papá, esta adulta le ponía “de mala leche”. Supongo que estaría caducada. Ahora parece que lleva un tiempo sin venir por casa y yo me alegro, porque no me gusta esa señora.
Ahora no sé dónde está Mamá. Al principio estaba siempre conmigo, pero luego se iba sin decirme nada y no aparecía hasta unos días después, pero cada vez tardaba más, y Papá estaba mientras como triste… bueno, menos cuando luchaba en la cama con “la borde”, que era el único momento en que parecía contento. Mamá también subía a veces a mi cuarto con un adulto sin globos que no era Papá, cuando él no estaba. Creo que Mamá le decía “Jorge”, pero casi todo el rato lo que hacían era hablar. Sólo una vez él intentó quitarle la ropa a Mamá y empezó a decirle no sé qué al oído, creo que quería luchar con ella como hacía Papá, pero ella le dijo que no, que eran buenos amigos y que era mejor que siguieran así. Él dijo que no le importaba, pero por la cara que puso no sé yo si era verdad o no.
Ahora ya no duermo en el cuarto de Papá y Mamá, me han trasladado a otro, pero estoy al lado y me entero de todo. Ya paso menos tiempo sola. Antes me iba mucho con los “Yayos”, que son varios y los hay también con globos y sin globos. Son como los adultos, pero están más estropeados, llenos de arrugas y les cuesta mucho hacer todo… yo creo que es que están cansados, o que son mucho más tranquilos, porque cuando me quedo con ellos a dormir, ellos no luchan ni nada, se quedan fritos del tirón. Parecen buenas personas y me quieren mucho. Ahora los veo menos porque Papá me lleva a un sitio que creo que se llama “guarde”, que está chulo, hay más niños como yo y juego con ellos, y unas adultas que me cuidan mucho. También tienen globos, pero no me dejan que se los muerda, deben querer la “leche” esa para ellas solas.
En mi nuevo cuarto, duermo con otra adulta con globos, menos los fines de semana, que se va a su casa. Se llama Alicia y no parece mala, aunque aquí nunca se sabe, porque todo el mundo sabe más de lo que dice. A mí me trata muy bien, y a Papá también. Le mira mucho, pero cuando él le habla se le pone la cara roja a veces, no sé por qué. Últimamente se la ve más triste, desde que ha llegado otra adulta con globos que está todo el rato con Papá y lucha con él un rato largo todas las noches, no veas si hacen ruido. Papá llevaba mucho tiempo durmiendo solo, hasta que ha llegado esta última, que creo que se llama Elisa. Ella es muy buena conmigo también, pero con Alicia no parece llevarse muy bien. El otro día no estaba Papá en casa y estaban las dos en mi cuarto, pero no parecían contentas, se gritaban mucho. Elisa le dijo a Alicia algo de que le había sido muy útil, pero que no le pusiera el ojo encima a Papá o tendría que irse, y dijo que ya no había sitio para dos mujeres en la casa, cosa que me extrañó bastante, porque allí estaban las dos y todavía sobraba espacio. El caso es que Alicia le dijo que ella había llegado antes y que más valía que no la buscara si no quería encontrarla (creo que es que iban a jugar al escondite) y amenazó a Elisa con contarle a Papá lo que sabía, que no sé qué sería, pero debía ser gordo, porque Elisa se irritó bastante. La verdad es que no sé bien qué pensar de esta tal Elisa. Por un lado, tiene un no sé qué que me gusta, huele muy bien y me quiere mucho, parece como si me conociera de toda la vida. Pero por otro lado hace cosas muy raras y se comporta de forma distinta según con quién esté.
En fin, que los adultos son muy raros y muy complicados, no hablan claro y no se sabe nunca por dónde te van a salir, yo no me fío de ellos. A mí todo el mundo parece que me quiere mucho, pero siempre tienen cosas mejores que hacer que estar conmigo. Y eso que me llamaron Desirée, que dice la “yaya” que quiere decir “deseada”. Pero bueno, después de un año y medio aquí sigo, en medio de sus secretos, sus luchas en la cama, sus discusiones y sus idas y venidas. Entre lo que me cuidan y lo que me cuido yo, sobrevivo. Ellos piensan que no me entero de nada, pero ¡qué equivocados están!.››
Foto cedida por MCL